La oración de Manasés. Un llamado a la penitencia



1. Introducción

Este sucinto documento de quince versículos es un importante testimonio de cómo los cristianos orientales de los primeros siglos interpretaron los textos del Antiguo Testamento y la dinámica con que se movía el canon de las escrituras en las comunidades cristianas. Esta oración se repite día a día en el servicio de completas de la Iglesia Ortodoxa para el período de cuaresma y refleja en mucho la devoción del pueblo ortodoxo por la penitencia en el ciclo cuaresmal (del Triodio, como también se le dice).
Basándonos en los estudios modernos, afirmamos que la oración de Manasés fue escrita en una comunidad judía de habla griega. Se sugiere Antioquía, sobre todo, por su fuerte relación con la Didascalia (comienzos s. III). La obra fue escrita para instar a los dirigentes de las comunidades creyentes a no caer en la idolatría y a arrepentirse de tal pecado. Esta oración, a pesar de su contenido canónico, no formó nunca parte del canon del Antiguo Testamento ni fue parte de los manuscritos de la versión de Los Setenta. Solamente el manuscrito Alejandrino la contiene en las Odas puestas como apéndice a los Salmos. Se deduce, en común acuerdo con la mayoría de los críticos, que esta oración fue escrita durante el siglo I a.C. (Denis 678).

2. Manasés: un rey con dos relatos bíblicos

Conocemos la historia de Manasés a través de dos relatos diferentes: el de 2 Reyes 21:1-18 y el de 2 Crónicas 33:1-25. Cada uno de estos relatos ha sido escrito en momentos distintos de la historia y hacen una relectura de la vida de este rey de maneras diferentes.

2.1. La versión de 2 Reyes (2Re 21:1-18)

En el canon hebreo 1y2 de Reyes han de ser considerados como un solo libro que conforman junto con Josué-Jueces y 1y2Sam el tríptico de los profetas anteriores, es decir que en primer lugar estos libros han de ser leídos como la relevación de la palabra de Dios a su pueblo y no como un anal cronológico de la vida y obra de cada rey. El relato de Manasés llega en la tercera parte  del libro de Reyes (2Re 18-25) y como preludio de su gran final que lleva a Judá al exilio de Babilonia y  a la destrucción de Jerusalén y su templo. El capítulo 21 que trata sobre dos reyes impíos, Manasés y Amón, se encuentra insertado entre el relato de los dos grandes reyes Ezequías (2Re 18-20) y Josías (2Re 22-23). Éste es el primer relato que aparece de Manasés en el canon del Antiguo Testamento, en él se distingue toda la teología del autor: la fidelidad al Señor es la condición para poder heredar la tierra y vivir felizmente en ella. El templo es el centro del culto verdadero y el otro gran pilar de la teología deuteronomista pero si el pueblo cae en la idolatría será considerado como una nación más  y será entregado a la opresión de los pueblos. Los monarcas de Israel han probado ser defectuosos y pecadores, pero la casa de David prevalecerá porque Dios ha prometido sostenerla para siempre (González Lamadrid, 144). Manasés es el rey más defectuoso de todos y por ello el autor no duda en condenarlo. El párrafo de 2Re 21:11-16 no tiene paralelo en Crónicas y expresa la atrocidad de la obra de Manasés quien se convierte en el antitipo de la aceptación de la ley de Moisés. La condena llega en boca de los profetas (v. 10) y de esta manera el deuteronomista afirma que los verdaderos representantes de la revelación divina son los profetas y no los reyes.

2.2. La versión del cronista (2Cr 33:1-25)

La realidad histórica del cronista es diferente. Estamos en la era del segundo templo y con el pueblo que ha asumido como parte de su identidad la crisis del exilio y se sabe lejano a la posibilidad de una nueva monarquía, probablemente en los comienzos del siglo IV a.C.
El cronista conoce el relato de 2Re y lo emplea muchas veces al pié de la letra.  Así por ejemplo, la lista de las iniquidades de Manasés (v.9) es similar a la de 2Re 21:2-9 y refleja perfectamente Jer 7:31 con el objetivo de decir que “violó todas las leyes contenidas en el libro”.
Evidentemente la función del relato de Manasés en 2Re y en 2Cr tiene connotaciones diferentes. A mi parecer, el autor de Reyes destaca sobre todo cómo la corrupción y el desvío del dirigente supremo del pueblo puede llegar a estropear los planes de Dios y por lo tanto el destino de su gente. El cronista por su parte subraya cómo la conversión del dirigente puede ayudar a todo el pueblo a prosperar a tal punto de convertirse en modelo para las generaciones venideras.
Para ambos autores Manasés es un modelo: modelo de perdición para el primero y modelo de conversión para el segundo. Al fin y al cabo, el Cronista no es tampoco un idealista soñador. Para él también los últimos reyes de Judá volvieron a pecar y fueron la causa de que Dios ordenase el exilio (2Cro 36:1-21). Pero una vez más Dios interviene y envía a Ciro de Persia para que le construya un templo en Jerusalén ayudado por los que se consideran pueblo de ese Dios. El Cronista termina su primera obra con la frase: “Quien de entre vosotros pertenezca a su pueblo, que sea el Señor, su Dios, con él, y suba allá” (2Chr 36:23). Y a esto le seguirá la díptica de Esdras y Nehemías, antepasados directos del Cronista.

3. El Texto de la oración

1 Oh Señor Todo poderoso, Dios de nuestros antepasados,  de Abraham y de Isaac y de Jacob  y de sus justos descendientes;  2 tú que hiciste el cielo y la tierra con todo su orden;  3quién encadenaste el mar por tu palabra de comando, que confinó lo profundo y que sellaste con tu terrible y glorioso nombre;  4en quien todas las cosas se estremecen, y tiemblan ante tu poder.
5 Porque tu esplendor glorioso no se puede aguantar, y la cólera de tu amenaza para los pecadores es incalculable; 6sin embargo, inmensurable e inalcanzable es tu misericordia prometida, 7Tu eres el Señor Altísimo,  de gran compasión, continuo cuidado, y muy misericordioso,  y  tú te aplacas ante el sufrimiento humano.  O Señor, de acuerdo a tu gran bondad, Tu has prometido arrepentimiento y perdón a los que han pecado contra Ti, y en la multitud de tus misericordias tú has designado el arrepentimiento para los pecadores, para que puedan ser salvados.
8 por lo tanto tú, O Señor, Dios de los justos, no has designado el arrepentimiento para el justo, porque Abraham, Isaac y Jacob, no pecaron contra ti, pero tú has designado el arrepentimiento para mí, que soy un pecador.  9Porque los pecados que he cometido son más en número que la arena del mar; mis transgresiones son multiplicadas, O Señor, son multiplicadas! No soy digno mirar para arriba y ver la inmensidad del cielo debido a la multitud de mis iniquidades. 10 Me siento pesado, como atado con muchas cadenas de hierro, y por eso soy rechazado debido a mis pecados, y no tengo ningún alivio; porque he provocado tu cólera y he hecho lo que es malvado en tu vista, creando abominaciones y multiplicando ofensas.
11 y ahora doblo la rodilla de mi corazón, implorándote tu amabilidad.  12 He pecado Señor, he pecado, y reconozco mis transgresiones. 13 Honestamente te imploro, perdóname, O Señor, perdóname!  No me destruyas con mis transgresiones! No estés enojado conmigo para siempre, o guardes maldad para mí; no me condenes a las profundidades de la tierra. Porque Tu, O Señor, eres el Dios de los que se arrepienten. 14 y en mí tu manifestarás tu bondad; porque, indigno aun como yo soy, tú me salvarás de acuerdo a tu gran misericordia.

15 Yo te alabare continuamente todos los días de mi vida. Porque toda la multitud del cielo canta tu alabanza, y tuya es la gloria para siempre. Amén.

4. Interpretación

La oración de Manasés es sin lugar a dudas un salmo penitencial, tal como los define  Schökel en el sentido de confesión de pecados (Schökel I 104). Sus paralelos de género en el salterio serían entonces los Sal 6; 32; 38; 51; 102; 103; 143. Sin lugar a dudas, de entre ellos, el Sal 51 es el más semejante en forma y contenido.
Aunque Charles sólo sugiere tres elementos principales en la oración (612), propongo una estructura que destaque sus elementos en mayor detalle sin variar las líneas generales trazadas por Charles:
1-4                  Invocación al Señor
5-7                  Dios y los pecadores
8-10                La confesión del pecado
11-13              La súplica por el perdón
14-15              Doxología final

4.1. La invocación (vv. 1-4)

La invocación es una apertura que da toda una confesión de fe ortodoxa. La invocación “todopoderoso” es la traducción del término hebreo “sebaot” y aparece un total de 10 veces en los libros históricos del Antiguo Testamento. Los nombres de los ancestros escogidos son los clásicos “Abraham, Isaac y Jacob”, no menciona ni profetas ni personajes menos comunes como tales Enoc, Adán, Baruc,  o tantos otros de la literatura apócrifa judía. En otras palabras, Manasés busca arraigarse en las tradiciones más antiguas de las escrituras empleando una terminología propia de la Ley y los Profetas. Dios es la autoridad última y suprema, el creador, al que todos temen (v. 4). Se destaca la frase “tu terrible y loable nombre” (v. 3) que subrayan la soberanía divina (cf. Sal 111:9). Esta confesión de fe absoluta es el paso anterior a la súplica de perdón. El penitente se entrega en total confianza a aquél que tiene el poder de mantener el orden en el mundo y de decidir sobre su futuro.
El concepto del “justo” como sinónimo de “creyente” ya aparece en esta sección y es uno de los tantos elementos que destaca el trasfondo judío de esta oración. La justicia es uno de los argumentos teológicos principales del Antiguo Testamento (ver 1Sam 26:23; 2Sam 8:15; 22:21; 1Re 10:9) y el autor de la oración se inspira en él. En el v. 8 volverá a aparecer de esta manera el término dos veces en plural para designar la asamblea de los que creen en el Señor. Finalmente en el v. 9 aparece el término iniquidad  que es un derivado de la misma raíz y que en su sentido estricto significa “injusticia”.

4.2. Dios y los pecadores (vv. 5-7)

En este párrafo se habla de tres cualidades divinas: la gloria, la furia y la misericordia. Ninguno de estos tres principios es ajeno a los libros del Antiguo Testamento en los que el autor sin lugar a dudas se inspira. Y como es de esperar, en la segunda frase del v. 7 el salmista se detendrá a contemplar la cualidad más apropiada para la situación: la misericordia divina que aparece en esta sección dos veces y volverá a surgir como último argumento en la imploración (v. 14). Efectivamente, hablar de un dios compasivo y misericordioso es hablar del Dios de las escrituras. En la literatura griega contemporánea al salmo la misericordia es ajena a las cualidades divinas e inclusive a las virtudes humanas (Löning, 68-69). Para Sócrates es una vergüenza intentar despertar la misericordia del juez (Plat Ap 34c 35b) y un juez que se deja llevar por la misericordia deja de ser ecuánime. No es así el caso en la literatura del Antiguo Testamento, donde la misericordia divina es el único argumento posible para obtener la salvación y el perdón (Dt 30:3; Is 55:7; Sal 51:1). Manasés en esta oración, por lo tanto, se sitúa completamente dentro de esta tradición escritural y busca así el perdón de Dios acudiendo a uno de los argumentos más fuertes para ello.

4.3. La confesión del pecado (vv. 8-10)

La sección anterior concluye con la frase “sufrimiento humano” y éste es el tema central del párrafo en cuestión que se puede sintetizar con la palabra “pecado”. Los sinónimos al pecado se repiten y se en el daño que causa la desobediencia a Dios. El verbo “pecar” y sus derivados (pecador y pecado) aparecen 4 veces. Luego tenemos “transgresiones” e “iniquidades” en el v. 9, “cepo de hierro”, “mal”, “abominaciones” y “ofensas” en el v. 10.
En contra de todos estos males no hay más que un único remedio, arrepentirse y volver. El término clave es, por supuesto, la metanoia que aparece dos veces en esta sección (v. 8) y una vez más en la imploración (v. 13). Manasés confiesa haber cometido todas las faltas y no desarrolla ninguna excusa o argumento. Encontramos una entrega completa a Dios, su juez. Ni siquiera acude al argumento de haber sido creado o nacido pecador como lo hace David en el Sal 51:5.

4.4. La súplica por el perdón (vv. 11-14)

            El momento más solemne de la oración está en la figura retórica de “doblo las rodillas de mi corazón” en el v. 11. El corazón está aquí personificado de manera similar a Rom 2:29 donde se habla de la circuncisión del corazón. Ambos textos no pueden llevarnos sino a Jer 31:33, donde el nuevo pacto con el pueblo será escrito en el corazón, es decir el lugar donde el ser humano piensa y siente. El arrepentimiento es tan profundo que el centro de la decisión de la persona queda entregado a Dios por lo que una relación íntima y directa con el Creador es posible. Anteriormente el pecado era lo que guiaba a ese corazón y lo llevó a la perdición y al sufrimiento. El penitente ahora tiene todas las esperanzas de poder encontrar el consuelo necesario en la bondad de Dios.
            Es aquí donde aparece el término salvación en relación directa con la misericordia. La misericordia es la única causa de esperanza para el penitente, caso contrario él sabe lo que le espera y lo menciona con tres verbos en vetitivo: no me destruyas, no me conserves los males eternamente, no me condenes (v. 13).       
            Dos nuevos calificativos de Dios aparecen en esta sección y ambos son propios del vocabulario de la corte real: la bondad en el v. 11 y la benevolencia en el v. 14. Estos dos conceptos tienen una alta evidencia en la Septuaginta y destacan la actitud de Dios como un soberano que reina para el bien de sus súbditos. Recuerdan sin duda la actitud benevolente de los íconos del Pantocrátor donde Cristo está bendiciendo con su mano derecha a aquellos que lo contemplan y en su mano izquierda sostiene un libro abierto con un mensaje que invita a seguirlo o a la conversión.

3.5. La doxología final (v. 15)

            Como en todos los salmos penitenciales, la promesa final consiste en alabar a Dios por siempre. Esto implica el compromiso a no volver a pecar. Alabar no sólo quiere decir disponerse a entonar himnos sino a toda una actitud de vida según la voluntad de Dios y a profesar públicamente la fe, en dichos y en acciones. El verbo utilizado aquí es alabar  y tiene toda una connotación teológica. Finalmente concluye como empezó, afirmando la gloria y la grandeza de Dios.

5. Conclusiones

La oración de Manasés se relaciona con el libro de los Salmos de diversas maneras. En el título toma el modelo de los salmos a cerca de la vida de David y designa el texto como “oración” en base a las oraciones de penitencia en el Salterio. De allí en más las referencias a textos del Salterio y de los escritos proféticos han sido demostradas en la interpretación.
La oración de Manasés ha encontrado su camino en el cristianismo de oriente y se ha instalado en su orden litúrgico para reforzar la teología del perdón y para enseñar que no hay peor pecado que abandonar la fe de la revelación.  Su teología de la misericordia como única causa plausible para obtener el perdón divino dista lejos de una teología de justificación adquirida o merecida. Es así que esta oración ha encontrado eco en los cristianos que entendieron la encarnación como el sublime acto de misericordia divina.
La oración de Manasés es un modelo de penitencia que los cristianos ortodoxos rezan día a día en el servicio de las oraciones completas mayores durante el ayuno con la esperanza de llegar a la verdadera conversión y ser fieles testigos del Evangelio de Jesucristo.

Comentarios

  1. Me agradaron tus artículos, muy interesantes, para valorar los origenes de los canones y oraciones que realiza nuestra iglesia y que nos preparan interiormente para transitar nuestro camino de fe. Sigue adelante te felicito por tu blog sobre Biblia y Liturgia bizantina

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  3. Muy interesante. Poco sabía de esta hermosa oración.

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  4. Soy Luterano, por lo que no conocía mucho de este texto del canon bizantino.

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  5. Gracias por este articulo. Estaba buscando algunas informaciones y aquí las pude encontrar. Bendiciones.

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  6. creo que hoy más que nunca hay que retomar la oración

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  7. Manases se excedió pero confeso su culpa al sentir tanto dolor y angustia dobló su corazon y reconoció a yhave DIOS, como el unico rey de sus antepasados, Dios nos hace regresar al camino con una prueba de profunda tristeza y dolor

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  8. Tendré misericordia de quien quiera tener misericordia dice romanos 9

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  9. Hermoso. La Teshuva explicada. Mil gracias

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  10. GRACIAS POR LA ORACIÓN Y COMENTARIOS , NO ME QUEDA MAS QUE ALABAR A DIOS EN HECHOS Y EN PALABRAS . DIOS TE BENDIGA.

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  11. Gracias por compartir la oracion no se como llegue a esta Página y agradecería mucho si es posible me puedan ayudar a conseguir el antiguo testamento dónde vendan los dos juntos bendiciones.

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